China ya no busca solo materias primas en Latinoamérica.

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China, primera economía del mundo desde 2016 y, ya antes, a la cabeza del comercio mundial, lleva tres décadas exportando mucho más de lo que importa. Sobre todo frente a EE. UU. Eso le ha permitido acumular las mayores reservas internacionales de dólares, estimadas actualmente en unos tres billones, equivalentes al PIB de Francia. ¿Qué ha hecho con todo ese dinero? Primero, invertir en Estados Unidos. Y, después, en otros países y regiones. Incluida Latinoamérica, donde las empresas chinas llegaron a hacer inversiones de más de 23.500 millones en un solo año, según el China Global Investment Tracker, que dirige Derek Scissors.

En total, desde el año 2000, China ha invertido un total de 172.000 millones en América Latina, según el cálculo del Monitor OFDI de China en Latinoamérica, la otra gran referencia en esta cuestión. No es extraño así, que el creciente peso de China en las economías de Latinoamérica, que puede significar una extensión de su influencia política, despierte recelos. «China no quiere interferir en la política o en los problemas de terceros países, pero quiere hacer negocios», explica Felipe Debasa, profesor de Historia Contemporánea especializado en China. «¿Podemos decir que con los negocios nace una nueva diplomacia? Esa sería la gran pregunta: no es lo que busca China, pero puede ser un efecto colateral», afirma Debasa.

Las empresas chinas se han implicado, además, en multitud de obras públicas en Latinoamérica, aunque eso merece capítulo aparte, así como los casi 138.000 millones de dólares en créditos oficiales otorgados por el Banco de Desarrollo de China (CDB por sus siglas en inglés) y el Banco de Exportación e Importación (Exim) a los gobiernos de la región, especialmente Venezuela (hasta 2016), Brasil, Ecuador, Argentina y, en menor medida, Bolivia.

Préstamos concedidos, muchas veces, precisamente para llevar a cabo esas obras, pero cuyo flujo con la pandemia se ha congelado completamente. Ya desde 2017 se había empezado a ralentizar, pero desde 2020 no ha habido más crédito oficial chino para Latinoamérica. «La pandemia ha cambiado China en todo», afirma Debasa.

Inicialmente, del 2000 al 2005, tres cuartas partes de la inversión china en América Latina se concentraron en Brasil, que sigue siendo el principal socio comercial y receptor de inversiones chinas en la región. Las principales eléctricas, por ejemplo, están en manos chinas. «China está comprando Brasil», llegó a decir exageradamente Jair Bolsonaro en 2018 durante la campaña electoral, aunque ya como presidente suavizó su discurso.

Otros países como Perú, México, Chile o Argentina han ido también recibiendo cada vez más inversión china, así como Colombia. Como destaca Enrique Dussel Peters, coordinador de la Red Académica de América Latina sobre China y autor del citado Monitor: «De esas primeras décadas a los últimos datos, hay una creciente diversificación por países, por sectores, por propiedad de las empresas chinas, ya no solamente públicas». 

Fuente: Dw.com

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