En la actualidad, WhatsApp se ha convertido en uno de los medios más utilizados en la transmisión de Mensajes, sea de índole personal o público. Llegando a generar un promedio de revisión de 300 veces al día por persona, estadística que no está ni alejada ni cercana a la realidad para muchos quienes no tienen tiempo de interactuar.
Si bien, es un medio que está haciendo utilizado por grupos públicos quienes comparten información de distintas índoles, sobre todo en la oportunidad de tener personas afines a un escenario actividad o hecho, pero lo preocupante del caso es el exceso y abuso de contenidos no apropiados para grupos públicos.
Con respecto este tema se ha venido visualizando desde años pasados con la matanza de reos en las diferentes cárceles del Ecuador, imágenes sin retoques, visualizaciones crudas que llevan a repensar si la intención de quien comparte el contenido, tiene una finalidad o responsabilidad social para publicarlo, Facebook hace años restringió este tipo de imágenes debido a la queja de diferentes usuarios fortaleciendo así las normas comunitarias para poder erradicar susceptibilidad y conmoción social.
Y a pesar que esta Red social está teniendo restricciones muy poco han hecho caso ante la prudencia de comunicar y compartir imágenes de alto impacto, los grupos públicos en cierto modo, sus moderadores no tienen el conocimiento o la intención de moderar estos tipos de contenidos, convirtiéndonos en parte de la crónica roja que se generan en los grupos de mensajería.
La interrogante vendría como reflexión: si somos caníbales o simples morbos de las desgracias ajenas en cuanto a los hechos que trascienden dentro del mundo de la crónica roja, ya que el otro lado de la moneda es imaginarnos sobre el protagonismo de los familiares de quienes han sido víctimas de crímenes, matanzas, sicariato, secuestro, producto de una delincuencia que no da tregua, hago referencia al termino del canibalismo, por el consumo excesivo de contenidos, tratandose de entender la doble moralidad de quien consume y critica el mismo consumo, un ejemplo mas claro: el fumador que dice que consumir drogas es malo, pero El, en su actitud inconsciente lo hace…
La pregunta va en base a la reflexión: si en realidad es lo que merecemos en consumo, sin desmerecer el real valor del contenido que muestra nuestro contexto, ya que la violencia visual también está determinado al uso y abuso en las redes sociales de contenidos: de violencia, sexismo, fanatismo, dramatismo, siendo los principales ejes del consumo de las redes sociales. Productos como: «la rosa de Guadalupe», «Ciudad al desnudo», «Al rojo vivo», «la famosa narco novelas» Y una serie de contenidos que inducen a la violencia o cuentas narrativas que están apegadas a la realidades, son parte de la piedra inicial de muchos proyectos de contenidos que se promociona en las redes sociales. Vale apartar los condicionamientos de un simple ciudadano qué consumen estos contenidos, al de la ética y responsabilidad profesional que los periodistas de cierto modo, y por la acelerada competencia de sus noticias en redes sociales, no tienen el más mínimo reparo de publicar imágenes con violencia visual. Seguimos en un mundo violento donde la realidad se ha transportado a las plataformas digitales, generando para unos morbo, para otros curiosidad y para otros conmoción. La reflexión cabe a esta interrogante: ¿En verdad, nos gustaría consumir este tipo de contenidos?
