En las últimas elecciones a nivel mundial, las redes sociales han jugado un papel predominante dentro de la opinión pública. A tal punto que han originado manifestaciones en pro y contra a un hecho que siempre estará ligado al tema político. Aunque los escenarios son distintos en diversos países, la occidentalización de la opinión pública ha sido mucho más desgastante para los países latinoamericanos, en el caso de los países del medio oriente hace mas de diez años, ante la falta de control de los smartphone y las redes sociales, los regímenes del norte de África y de Medio Oriente se vieron sorprendidos por la rápida propagación de los levantamientos populares a través de la Internet, como se le denomino «La primavera árabe».
Hay muchos ejemplos qué se puede tomar para comprender que las redes sociales en nuestra actualidad juegan un papel importante en la sociedad, inducir, orientar, confundir y muchas de las acciones que se generan en épocas electorales suelen ser el soporte de una campaña para desinformar o instruir a una ciudadanía donde «reine la ignorancia» de constatar una información legítima y verídica, no hay cultura de comprobar el tipo y nivel de información que encontramos en la plataformas digitales.
Para muchos las redes sociales se convirtieron en el arma indicada para generar activismo político, sin embargo, también son armas de propagación al fanatismo político, por lo cual éste último, llega a ser el de mayor propagación por ser corto, sensacionalista y en algunos casos saliéndose del esquema de la realidad, en la actualidad los espacios virtuales de las redes sociales ya se siente una contaminación a la guerra ideológica. Las comunidades, los Influencers toman fuerza para inducir contenidos y pensamientos acorde a sus intereses, omitiendo el valor de la responsabilidad al momento de comunicar y orientar a una ciudadanía que desconoce la real situación, es muy simple mucho de estos perfiles sociales no tienen la responsabilidad social ante sus comunidades, están basados en sus propósitos económicos.
Ante este vacío de desorientación, la ciudadanía como instrumento receptores de la incertidumbre, son reclutados de forma inconsciente, donde son manipulados como objetores de ideología política, sin tener conocimiento y real situación al momento de generar un debate. Las redes sociales en vivo están siendo utilizadas como uso de propagación de una apología donde su única manifestación es el odio discriminado hacia un personaje, un hecho o un partido político, donde se alejan los verdaderos motivos a un debate político y se profundiza a una actividad donde solo hay fanatismo. Los «lives» en Tiktok y los «Space» de twitter, están siendo ejemplos inducción y propagación política, sin mencionar el principio de la responsabilidad social ante la comunidad, lo habitual que siempre se dará en época de campañas electorales.
A lo contrario del fanatismo, el activismo ciudadano resalta con imparcialidad, espontaneidad y permanencia del debate público sobre los problemas y presentes en la sociedad, de ese detalle y el principio del activismo, suelen generarse la famosas «Granjas de Trolls», disfrazadas con la finalidad de generar una guerrilla de información que desvirtúa de la realidad.
Es complejo entender esta guerra en la opinión pública, ya que por la falta de información y la confusión entre activismo y fanatismo suele generar confusión entre la realidad y la inducción política que muchos partidos y candidatos tratan de ocasionar, los propósitos para quienes generan la guerrilla de información, viene a ser el primer paso de una contra campaña política, qué es el punto de vista ético va en contra de la democracia al momento de ocasionar disrupción social como forma de protesta en contra de un sistema o régimen, lo que podría ocasionar en un odio ante la democracia creando los nuevos perfiles anti políticos de un estado.
