Despues de varios dias de los atentados con coche bomba en la historia de Quito, el temor no se ha ido. Es más, ha aumentado y sus ciudadanos lo confirman en un contexto que podría ser peor de lo sucedido entre el 30 y 31 de agosto pasado.
Seis sujetos detenidos luego del primer atentado con un coche bomba en Quito, registrado en el sector La Mariscal, recibieron orden de prisión preventiva por el delito de terrorismo, la noche del jueves 31 de agosto, según informó en su cuenta de X la Fiscalía General del Estado.
Estos individuos fueron atrapados en el norte capitalino, cuando circulaban por el sector conocido como La Y, en la avenida 10 de Agosto, de acuerdo a detalles proporcionados por la Policía Nacional. Estos sujetos ‘cayeron’ poco tiempo después de que un automóvil, cargado con un cilindro de gas, estallara en la calle Robles, entre 9 de Octubre y Ulpiano Páez, afuera del Ministerio de la Mujer.
En el sitio de la explosión funcionaban antes las oficinas del Servicio Nacional de Atención Integral (SNAI), ente a cargo del control del sistema penitenciario ecuatoriano. El ataque fue dirigido a esta institución debido a los traslados que se hicieron, desde la cárcel de Latacunga, en Cotopaxi, a otro centro de privación de libertad.
Varios expertos sobre estos temas hablan sobre causas y posibles escenarios sobre este tipo de atentados y sus consecuencias:
Paúl Rengifo, ingeniero electrónico, cree que en Ecuador los ataques terroristas demostraron que el crimen está mucho más avezado que en la Colombia del narcotraficante Pablo Escobar (finales de los ochenta). “No tienen piedad. A los inocentes nos están atacando, nos intimidan”.
Mauricio Jaramillo, profesor de la Universidad del Rosario de Colombia y doctor en ciencias políticas, considera que la comparación entre el Ecuador actual y lo que sucedía en su país en la época de Escobar es inevitable. “Los atentados ocurridos en Quito demuestran que los grupos criminales mandaron un mensaje muy claro al establecimiento político del Estado”.
Camilo González, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana de Colombia, dice que las bandas delincuenciales están fortalecidas no solo por sus alianzas con los narcos mexicanos, también han visto el ‘ejemplo’ de los narcos colombianos.
Según González, los coches bombas colocados en las oficinas del Servicio Nacional de Atención a Privados de Libertad (SNAI) es una suerte de ‘participación política’ de los criminales. “Aunque parezca insólito, así intervienen estos grupos. En Colombia, las explosiones en la época de Pablo Escobar eran para meter presión en los políticos con el fin de que los narcos no fueran extraditados a Estados Unidos”.
