Los medios de comunicación como trincheras políticas

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Vivimos en una sociedad cegada entre contenidos y sensacionalismo, vivimos en una burbuja que tratamos de entender como actúa y a eso le llamamos entretenimiento, los últimos años, perfiles y personalidades han crecido de forma comercial debido al negocio y rentabilidad de los contenidos en las redes sociales. Lo preocupante en la actualidad, con la sociedad de la información es que estamos ante un auge que no se está regulando (educacionalmente), entendiéndose a la comunicación como un derecho universal de comunicar, o generar una actividad que conlleve netamente a comunicar.

Los famosos “influencers” como se los denomina a las personas o perfiles con un alto potencial para generar interacción, visualización y engagement, que conlleva a un tráfico en las redes que está direccionado a un público que sigue sus actividades en las cuentas sociales. El análisis recae en una pregunta como comparativo de: ¿Qué se puede esperar del influencer en la contribución con la sociedad, con la cultura, con la educación y con la democracia?

Por otro lado, la competitividad de los medios y su desesperada transición para no quedarse a tras de los medios digitales, toman medidas que no son controladas, a tal punto de generar estereotipos adaptados a lo digital, cometiendo errores, esto determina una preocupación, en la forma que se propaguen contenidos temáticos y errados hacia las audiencias, que siguen buscando entretenimiento, lo curioso de este tema, es que la óptica de los internautas no es la misma desde ser espectadores de la TV, y el teléfono móvil, son instancias muy diferentes, lo que coinciden tanto los medios tradicionales y digitales, es el error de romper el esquema de una comunicación asertiva y responsable, que ciertamente debe contribuir a la educación y a la cultura democrática para el país.

En la vida política, la comunicación siempre ha sido la parte medular de sus propósitos de vida institucional, refiriéndose a las organizaciones políticas, que perfilan productos para generar réditos en la opinión pública, como la forma de la mediatización de sus consignas direccionadas a la prensa. Los medios son canales culturales de consumo para la sociedad, sin embargo, cuando los medios son utilizados para el adoctrinamiento político se transforman en trincheras ideológicas, lo que normalizan las opiniones, comunicados y contenidos hacia un estado de ideología, y son pocos quienes revelan que los medios están siendo utilizados por tendencias políticas, o dicho de otro modo, son los medios que ofrecen espacios y trincheras para el ataque y defensa de un propósito político.

Los primeros detonantes de una guerra mediática comienzan por los medios de comunicación, espacios alquilados de forma comercial, quienes generan periodismo para los medios, son direccionados hacia las consignas ya marcadas desde lo comercial, saliéndose de la ética periodística, hasta el punto de adoctrinar una ideología en una sociedad sin conocimiento, este consumo de contenidos llega a posicionar los productos políticos, como resultado de la normalización y el hábito de consumo generando fanatismo y extremismo de ocasionar una guerra polarizada entre las tendencias.

Esta polarización ocasiona dispersión dentro de la opinión pública, desde la manipulación de ciertos medios, son creados como proyectos comunicacionales denominados medios “imparciales”, medios “fantasmas” que por su aparición y su propósito de existir, como un megáfono alternativo en lo político, son medios que no se consolidan dentro del periodismo ético, donde influencers y personajes de la vida pública tratan de asumir un rol profesional subiendo a la plataforma contenidos direccionados y amarillistas, incluyéndose dentro de la llamada: lucha de las verdades, vendiéndose como “redentores de las verdades” sin tener un proceso profesional y ético de formación periodística.

Esta moralidad existe desde la mal llamada e interpretada “libertad de expresión”, donde muchos quieren adoptar el término de: “la buena comunicación”, como el relativo de colaborar a las audiencias con expresiones y contenidos constructivos desde sus ideas temáticas, que pretendan influir a una mejor sociedad de la información, pero no lo es…, ya que con la polaridad en la política, lo más probable, es que fracase estas nuevas tendencias de influencia hacia las masas no intelectuales, porque su consumo es migrado entre la tendencia y la alternancia del mismo mundo del entretenimiento, se resumen en la dinámica de la moda, hoy estas en auge, mañana no te recuerdan…

Retornando al tema de las trincheras políticas, los partidos políticos manejan una agenda diferente, alejada los medios de comunicación, con interés propio y con la ayuda de los contenidos, se encargan de adoctrinar una ideología a medias, por la parcialidad de la verdad, a tal punto de imponer una idea, en la cual muchos seguidores de una tendencia, pierden espacios en el debate público; primero: por su comportamiento extremista en el diálogo abierto a discernir el quehacer de la política nacional; segundo: por los prejuicios encaminados a una defensa y ataque de su ideología; y tercero: porque no tienen argumentos verificados. El debate es una lucha del día a día sobre la política, donde el fanatismo seguirá como norma fundamental, retomar la consigna política al cual fue educada.

Los medios serán siempre, parte de los propósitos políticos dentro de todo proyecto, su interés es para formar audiencias desde las trincheras sociales, cuyo objetivo es ejercer apoyo hacia una tendencia construida como colectivo, los llamados clones sociales que transmiten mensajes sin consensos, caracterizados en defender una postura de forma agresiva, sin argumentos y generando mensajes indirectos, evocando odio, memoria, recelo, advertencia, y en tal caso retórica, esto demuestra que los objetivos políticos implementados tienen una visión de que “No salgas del adoctrinamiento”, repitiendo el mismo adoctrinamiento.

Para finalizar, y tomando en cuenta una reflexión, que vale analizar desde varias preguntas: ¿identificas un mensaje con un objetivo político?, ¿consumes contenidos que generes polaridad política?, ¿Hace bien el consumo de estos contenidos polarizados para una cultura democrática?, ¿Dicen la verdad o la realidad que percibes?

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